La primera referencia histórica de una corrida data de 1080, como parte
del programa de festejos de la boda del infante Sancho de Estrada, en Ávila.
Durante la Edad Media la corrida de toros se desarrolla y es
monopolizada por la nobleza.
La reina Isabel la Católica rechazó las corridas de toros, pero no las
prohibió.
Carlos V se distinguió por su afición y mató un toro de una lanzada en
Valladolid para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II, en cuyo reinado se
promulgaron las primeras condenas eclesiásticas.
En 1565 un concilio en Toledo para el remedio de los abusos del reino,
declaró las funciones de toros muy desagradables a Dios.
En 1567 el Papa Pío V promulgó la bula De Salutis Gregis Dominici,
pidiendo la abolición de las corridas en todos los reinos cristianos,
amenazando con la excomunión a quienes las apoyaban.
Gregorio XIII modera el rigor de la bula de San Pío V, conforme al
deseo de Felipe II de levantar la excomunión.
En 1585, Sixto V vuelve a poner en vigor la condenación, que a su vez
es cancelada en 1596 por Clemente VIII.
Felipe III renovó y perfeccionó la plaza mayor de Madrid en 1619, con
capacidad para casi sesenta mil participantes.
Felipe IV, además de alancear toros y matar uno de un arcabuzazo en la
Huerta de la Priora, estoqueó a muerte a más de cuatrocientos jabalíes.
Ya durante los siglos XVI y XVII, se practicaba la suelta de vaquillas
y toros por calles y plazas.
Las corridas se mantuvieron durante el reinado de Carlos II.
A partir del siglo XVIII, la nobleza se desentendió del toreo a caballo
a raíz de la prohibición de Felipe V.
Desde ese momento el pueblo aprovecho la oportunidad y se apodero de la
fiesta y creo el toreo a pie, con la novedad de la muerte del toro a manos de la
gente, pasando de ser el enfrentamiento con el toro un entrenamiento
“deportivo” a un negocio lucrativo que siguió contando con el apoyo real para
erigir en la Puerta de Alcalá de Madrid la vieja plaza de obra de fábrica,
donada por Fernando VI a la Real Junta de Hospitales, que fue inaugurada en
1754.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII el matador de toros
alcanza renombre como espada y se hacen plazas permanentes.
A finales del siglo XVIII, el conde de Aranda, ministro del gobierno
ilustrado de Carlos III, por la Real Orden de 23 de marzo de 1778, prohibia las
corridas de toros de muerte en todo el reino.
Finalmente, por el decreto de 7 de septiembre de 1786 se consumó la
total prohibición de todos los festejos, sin excepciones, incluidas las
corridas concedidas con carácter temporal o perpetuo a cualquier organismo como
las Maestranzas u otro cualquiera cuerpo.
En 1790, otra “Real Provisión de los señores del Consejo”,
erradicaba, no sólo la versión espectáculo de la recién inventada -corrida
moderna-, sino cualquier celebración que tuviera al toro como víctima
protagonista, en virtud de la cual se prohibía por punto general el abuso de
correr por las calles novillos y toros que llaman de cuerda, así de día como
de noche.
Una costumbre ya en desuso, muy común en las corridas de toros hasta el
último tercio del siglo XIX, era la utilización de perros de presa para sujetar
a los toros.
La muerte de miles de caballos, horriblemente destripados, convierte
las corridas de toros en verdaderas carnicerías que acaban reduciendo la
población equina a la mitad en el último tercio del fin de siglo.
Los ganaderos manipulan el comportamiento y la fuerza del toro
reduciendo su tamaño y fabricando un animal acomodaticio por medio de sucesivos
cruzamientos para adaptarles al ritual taurino “moderno”.
Ya entrado en el reinado de Isabel II varias veces al año la mayoría de
los españoles asistían a la fiesta de los toros.
Fue entonces cuando se acuñó la frase -fiesta nacional- en todas las
provincias españolas a excepción de las cuatro provincias gallegas, León,
Lérida y Canarias, por su escasa afición.
La fiesta de los toros en tiempos de Isabel II empezaba a tener mucha
afición en la gente de a pie ya que algunos pueblos que apenas
superaban los diez mil habitantes tenían plazas de cinco mil localidades.
La mayoría de las ciudades como Vitoria, Alicante, Logroño,
Málaga, Zaragoza, Valladolid, San Sebastián, Burgos, Cáceres, Santander,
Salamanca, Murcia, Pamplona y algunas otras tenían una plaza de diez mil
localidades o más, aproximadamente como Madrid y Sevilla. Sólo dos plazas
tenían una cabida mayor de once mil posibles espectadores, Barcelona y
Valencia, esta última era la mayor con cerca de diecisiete mil.
El hacer las plazas tan grandes era porque había tanta afición que se
esperaba que fuesen personas de casi toda la región y no solo del pueblo donde
estaba construida ya que el evento solamente se celebraba en ferias locales (
fiestas del pueblo) o bien en ocasiones especiales, la gente esperaba con gran
entusiasmo esta fiesta y asistía de todos los pueblos y ciudades.
Madrid llegaba a tener unas treinta y cinco corridas al año en las tres
plazas de toros con las que contaba, Estas funciones se refieren al conjunto de
la provincia, pues era tradicional que los más aficionados asistiesen a la
capital de la provincia o a las más cercanas en algunas festividades señaladas
aprovechando las fiestas y mercados.
Estas fiestas se celebraban en los pueblos en el mes de septiembre
cuando el trabajo en el campo había finalizado.
En la boda de Isabel II con Don Francisco de Asís:
Se celebraron dos festejos, el 14 y 16 de octubre de 1846, en los que
participaron los siguientes espadas: Juan León, Juan Jiménez, Francisco Montes,
Francisco Arjona Cúchares, Juan Martín, José Redondo Chiclanero,
Manuel Díaz Lavi, Gaspar Díaz, Juan Lucas Blanco, Pedro Sánchez, Antonio
del Río, y Julián Casas.
Se compraron 105 toros correspondientes a las siguientes ganaderías y
con los precios que se reseñan:
-4 toros de don Joaquín Mazpule a 1.000 reales cada uno:
4.000 reales.
-28 toros del marqués de Casa Gaviria a 3.000 reales cada
uno: 84.000 reales.
-28 toros de los duques de Osuna y Veragua a 3.000 reales
cada uno: 84.000 reales.
-3 toros de la viuda de don Rafael José Cabrera a 2.600
reales cada uno: 7.800 reales.
-4 toros de don Manuel Bañuelos Rodríguez a 1.500 reales
cada uno: 6.000 reales.
-3 toros de la viuda de don Pedro Lesaca a 3.400 reales
cada uno: 10.200 reales.
-2 toros de don Manuel de la Torre y Raurí a 2.800 reales
cada uno: 5.600 reales.
-4 toros de don Elías Gómez a 2.500 reales cada uno:
10.000 reales.
-4 toros de la condesa de Salvatierra a 2.400 reales cada
uno: 9.600 reales.
-2 toros de don Luis de Lizaso a 1.600 reales cada uno:
3.200 reales.
-3 toros de don Luis María Durán a 2.900 reales cada uno:
8.700 reales.
-6 toros de don Manuel Antonio de Palacio a 1.950 reales
cada uno: 11.700 reales.
-3 toros de don Diego Hidalgo Barquero a 2.700 reales
cada uno: 8.100 reales.
-3 toros de don Saturnino y de don Vicente Ginés a 2.200
reales cada uno: 6.600 reales.
El gasto total de las reses ascendió a 279.500 reales. Se
pagaron a las cuadrillas 25.000 duros, incluyendo la ida y vuelta a Andalucía
de donde procedían en muchos casos.
Otras actividades de la época:
El circo:
Entretenimiento heredada desde la época de los romanos, era sumamente
popular en España. La mayoría de las representaciones las llevaban a cabo las
compañías ambulantes, que iban de localidad en localidad con los animales, los
domadores y los payasos, atracciones que no podían faltar en ningún espectáculo
circense.
Deportes:
Lo que había en la España del siglo XIX eran juegos, como la pelota,
petanca o los bolos más o menos difundidos por todo el país.
Lo más difundido era la pelota, con frontones en casi todos los pueblos
de España.
El futbol aun no se conocía como deporte.
Cultura:
El espectáculo más querido por el pueblo era el teatro, que aparte de realizarse en los teatros construidos, era muy habitual en todos los pueblos de España que allí se representase actos teatrales cualquier día improvisado del año de cómicos que representaban, cantaban y bailaban en la plaza del pueblo, las corralas o en cualquier lugar improvisado.
Había ocho teatros fijos en Madrid, siete en Barcelona, cinco en Cádiz, tres en Málaga y dos en Sevilla, Valencia, Valladolid, Zaragoza, Huesca y La Coruña.
Las funciones de ópera y zarzuela eran poco frecuentes en los pueblos, en cambio en teatros fijos era muy habitual.
El espectáculo más querido por el pueblo era el teatro, que aparte de realizarse en los teatros construidos, era muy habitual en todos los pueblos de España que allí se representase actos teatrales cualquier día improvisado del año de cómicos que representaban, cantaban y bailaban en la plaza del pueblo, las corralas o en cualquier lugar improvisado.
Había ocho teatros fijos en Madrid, siete en Barcelona, cinco en Cádiz, tres en Málaga y dos en Sevilla, Valencia, Valladolid, Zaragoza, Huesca y La Coruña.
Las funciones de ópera y zarzuela eran poco frecuentes en los pueblos, en cambio en teatros fijos era muy habitual.
En 1856 la inauguración del Teatro de la Zarzuela de Madrid dio
un impulso decisivo a la zarzuela, que predominó en toda España durante más de
un siglo.
En cuanto al toreo en las mujeres:
El Rey José Bonaparte, fue quién
levantó la mano para que las mujeres pudieran torear, para ganarse al pueblo y
entre 1836 - 1840 estos espectáculos taurinos eran llamados “Las Mojigangas”,
en los que participaban sobre todo las mujeres.
Las Mojigangas eran pequeñas farsas puestas en escena en el mismo
ruedo. Hasta Frascuelo y Chiclanero tuvieron sus comienzos en las mojigangas.
Estos espectáculos se daban fuera de temporada y los toreros y toreras
utilizaban en ellos disfraces y vestimentas raras, y se hacían a especie de
circo, algunas de las cosas que hacían era ponerse dos picadores montados en un mismo caballo o
banderillear desde un cesto. En este tipo de espectáculos destaco una mujer, Martina Gracia, que fue una
especie de Pedro Romero pero en femenino. Esta mujer toreo su última corrida
con 66 años.
Toreó como matadora desde 1838, y llevaba su propia cuadrilla.
Cobraba 14 duros por torear y era intrépida y serena ante los toros.
Toreros de la época:
Manuel Fuentes Rodríguez – Bocanegra
- 1837-1889
Matador de toros nacido en
Córdoba el 21 de marzo de 1837. “Bocanegra” empezó su carrera en una
cuadrilla infantil y continuó como banderillero en la cuadrilla de “Pepete”.
Confirma su alternativa en Madrid el 5 de mayo de 1864 con “Cúchares” de
padrino. Entre 1869 y 1870 la ceguera le impidió seguir toreando y subió
mucho de peso, por tanto, privado de toda la agilidad y casi ciego realiza su
última corrida en Madrid el 16 de junio de 1869.
Victoriano Recatero y López – Regaterín- 1851 – 1891
Banderillero que, nacido en Madrid el 7 de febrero de 1851, falleció el
14 de marzo de 1891 en Madrid a los 40 años de edad, en pleno uso de todas sus
facultades y en el momento de mayor esplendor de su arte, a consecuencia de la
enfermedad que desde hacía años venía minándole su robusta salud de antaño,
acelerada sin duda por el accidente sufrido en Orán el 26 de mayo de 1890,
toreando a las órdenes de Luis Mazzantini.
Manuel Calderón Díaz.
Manuel Calderón Díaz, nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el
(02-10-1840), falleció el (30-05-1891), a los 51 años de edad, debido a un
tremendo golpe en la cabeza. Fue cogido en la Plaza de Toros de Aranjuez, en
los festejos de San Fernando, el 30 de mayo de 1891, por un toro llamado “Lumbrero”, Era el
hermano más joven de Antonio, Francisco y José Calderón, los famosos picadores.
Francisco Anaya Hinojosa – El cangao- 1841 – 1891
Picador de toros de mediana hechura, que fue derribado por un novillo
el 16 de agosto y de la tragedia acaeció el 27 de julio de 1884,
falleciendo a resultas de la caída el 3 de septiembre siguiente.
Antonio Sanchez " EL TATO"
"Frascuelo"
"Espartero"
Sevilla "Picadora"
JOAQUIN SANZALMENAR – PUNTERET – 1853-1888
Banderillero y Matador de toros natural de Játiva, provincia de
Valencia nacido el 10 de octubre de 1853.
JUAN ROMÁN CARO (1856 - 1888)
Picador de toros nacido en Dos Hermanas (Sevilla) el 7 de enero de 1856
y que fue cogido en una tienta del ganado del Marqués del Saltillo en Isla
Menor (Sevilla) por un novillo de nombre “Dudoso” entre el 17 y el 20 de noviembre
de 1888, y que falleció el día 1 de diciembre de 1888.
CARLOS REINADO LÓPEZ "CALICHE " (1860 - 1889)
Banderillero nacido en Madrid en1860, trágica muerte que sufrió la
tarde del 15 de agosto de 1889, en la Plaza de Toros de La Granja, en la que un
toro le infringió graves lesiones, a consecuencia de las cuales falleció,
cuando contaba 29 años de edad.
ANUEL BASTÓN (1850 - 1889)
Picador de toros, nacido en Sevilla, el año 1850. Toreando en Málaga,
en 1876 sufrió una herida en la cabeza, y comenzaron a nublarse sus facultades
mentales, ingresando en 1889 en el Hospital de dementes, de Sevilla, donde
murió.
FRANCISCO GARCÍA "SALADITO " (1858 - 1889)
Novillero Alicantino, falleció el diestro Francisco García “Saladito”,
al recibir un fuerte golpe en la Plaza de Alicante. "
FRANCISCO VERDE "TATO DE TOLEDO" (1857 - 1891)
Novillero natural de Toledo España nacido hacia el año de 1857 y
fallecido en 1891 a los 34 años de edad. En la Plaza de Toros nueva de Toledo,
estando el novillero Francisco Verde "El Tato" presenciando una
corrida como espectador en el callejón de la Plaza de Toros de Toledo el
28 de mayo de 1891, un toro salto al callejón y lo pilló desprevenido y lo
corneó profundamente en el muslo derecho, aparte de causarle una grave conmoción
cerebral, falleciendo a los pocos minutos en la enfermería.
ANTONIO AUGUSTO (1848 - 1891)
Banderillero portugués, nacido hacia el año 1848.
RAMÓN ARAGÓ MATEU "EL MONA" (1848 - 1891)
Torerillo de capeas aldeanas, aprendiz de novillero, nacido en Valencia
el 10 de diciembre de 1848, murió el día 24 de septiembre de 1891, a los 43
años de edad, en la Villa de Alborada (Valencia), fue herido gravemente en el
pecho por una vaca toreada. Buen ejemplo del torero de capeas, muerto en luchas
sin gloria, pero con riesgo de vilipendio y enterrado de limosna finalmente.
FRANCISCO TORRES CAMPOS "EL CURRO" (1853 - 1888)
Novillero y banderillero de la segunda mitad del siglo XIX, nacido en
Sevilla el 27 de noviembre de 1853. Toreó en varias plazas de las repúblicas
americanas; el día 27 de mayo de 1888 sufrió una cogida en la Plaza Colón
de la Ciudad de México, a consecuencia de la cual falleció el 30 de mayo de
1888, a los 35 años de edad, tras dolorosa agonía.
JOSÉ CINTABELDE PUJANZÓN “CINTAS VERDES “ (1863 - 1891)
El almeriense de cuna José Cintabel de Pujanzón “Cintas Verdes”, un
terrible aficionado a los toros, que fue tenebrosamente famoso en Córdoba
durante finales del siglo XIX, por haber cometido en esa ciudad, uno de
los asesinatos más crueles de su historia. El 27 de
mayo de 1890 cuando contaba con 28 años de edad, asesina a dos
hombres, una mujer y dos niños cerca del Puentecillo en “El
Jardinito” (esta finca es una preciosa propiedad que está situada en la
carretera de Obejo), cuando masacró sin piedad a sus ocupantes para conseguir
dinero para una corrida de toros que se celebraba ese mismo día en
la Plaza de Toros de los Tejares, dejando para su desgracia a uno de ellos
malherido, siendo su testimonio el medio para que fuese arrestado por las
autoridades justo a la salida de la plaza. Unos meses después, hacia el 15 de
noviembre de 1890, la Audiencia de Córdoba lo condenó a la pena capital,
por lo que fue ejecutado mediante garrote vil el 6 de junio de 1891.
Ganaderos de la época que han llegado hasta nuestros dias:
Antonio Miura
Eduardo Miura
Juan Miura
Hierro de la ganadería del Saltillo
http://www.animanaturalis.org/548
http://www.antequera.es/antequera/servicios/sala-de-exposiciones/sala-2/toros-en-antequera/siglo-xix.html
http://www.conocermoralzarzal.es/tradicio.htm
http://www.lostorosdanyquitan.com/bios.php?p=6
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