viernes, 15 de noviembre de 2013

Medalla traída de las aguas del Lozoya a Madrid.

El agua ha sido y es vital para la vida, y la numismática ha tenido relación con ella, ya desde tiempos de los romanos acueductos y fuentes han sido sellados en monedas y medallas que han llegado hasta nuestros días como prueba de ello.

La medalla que vemos aquí acontece la traída de las aguas del río Lozoya a Madrid por la Reina Isabel II.

A partir de Felipe II, Monarca que instaló la Corte en Madrid, la historia de esta ciudad ha estado unida a una búsqueda constante de reservas de agua potable.

Poco a poco, debido al importante incremento de la población se hizo preciso excavar galerías subterráneas  para conducir este recurso de los acuíferos a los pozos de la ciudad.
Uno de los proyectos precursores a mediados del siglo XVIII de llevar el agua a Madrid es el dirigido por Jorge de Sicre y Béjar que menciona el uso de los ríos Lozoya, Jarama y Guadalix Cabe destacar los planes del ingeniero francés José Coqueret que optaba tan sólo por las aguas del río Lozoya en 1822.

En el año 1829 Fernando VII ordena al Ayuntamiento que estudie una solución a las conducciones del agua potable a la ciudad. Finalmente se encarga en ese mismo año a Francisco Javier Barra el estudio del proyecto que se desestima años después por ambicioso.

Hasta bien entrado el siglo XIX, los sistemas de obtención y distribución del agua eran
parecidos en todas la poblaciones. Los pozos, los ríos y el agua de lluvia eran básicamente las fuentes de suministro. La ausencia casi total del aseo personal, las malas condiciones de la vivienda, la insalubridad de muchas zonas eran unos de los responsables de las elevadas tasas de morbilidad (Cantidad de personas que enferma en un lugar y un periodo de tiempo determinados en relación con el total de la población).

La población superaba los doscientos mil habitantes, y la capital contaba con 77 fuentes públicas, en las que se instalaron 128 caños,  agua que era recogida por el pueblo y también  para llenar los cantaros  de los 950 aguadores que repartían a las viviendas privadas al día unos 663,50 “reales fontaneros” (medida de la época de dotación, equivalentes a 2.150 m³).
Cántaros; volumen de cinco azumbres o lo que es lo mismo con 10 litros.

Fuente de “Los Galapagos”. Esta fuente fue un regalo fe Fernando VII a su hija Isabel II.

Al crecer la población, surgió el oficio de aguador, personas dedicadas a servir el agua a domicilio, cobrando el precio estipulado.
En Madrid, el oficio de aguador duró más de cuatro siglos. Se congregaban en las principales fuentes (incluidas Cibeles o la de la Puerta del Sol), para abastecer a los hogares del agua necesaria.

Grabado de la calle Alcalá. Al fondo la Puerta. Se observa la antigua ubicación de La Cibeles

Existieron en Madrid según recoge la aventura de la historia decenas de clases de aguadores, como los de anís, azahar, canela, guindas, limón, nieve, cebada o botijo, pero ninguna tan popular como la de aguador de cuba, así llamados desde mediados del siglo XVIII por el recipiente que utilizaban, también conocidos como aguadores de cuatro arrobas, por el peso que acarreaban, y aguadores asturianos, por ser el Principado la cuna de casi todos los hombres empleados en este oficio. 

Aguador llevando agua a las casas.

No tenían muy buena fama entre los maridos madrileños, aparte de ser muchachotes fuertes y aguerridos, parece ser que más de uno se entretenía en la casa con la mujer más tiempo del necesario para saciar otro tipo de necesidades. Tenían su lugar de reunión en la Plaza del Alamillo, situada en el llamado Madrid de los Austrias. El precio del agua que vendían los aguadores dependía de la fuente de la que provenía; no todas tenían el mismo sabor y la misma calidad y eso marcaba el precio del preciado elemento.

Madrid ve amenazada su existencia por la escasez de agua y que el gobierno no puede permanecer por más tiempo como mero espectador de los sufrimientos actuales de los habitantes, ni aguardar con indiferencia las calamidades que amargan a una numerosa población que crece rápidamente.
En 1844 el Ministerio de la Gobernación aprueba el proyecto de Pedro Cortijo (que se fundamentaba en los anteriores de Coqueret y Barra). Este último proyecto no se inicia por los elevados costes que posee. Ante la secuencia de fracasos del Ayuntamiento de Madrid en los estudios acerca del abastecimiento, en 1848, ordena de nuevo un estudio de viabilidad a los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera, en su estudio desestiman el empleo de los cauces del Jarama y del Guadalix para aprovechar el cauce más lejano del Río Lozoya.

El 18 de junio de 1851, siendo Reina de España Isabel II, se dictó el Real Decreto, refrendado por Juan Bravo Murillo, presidente del Consejo de Ministros en esos momentos, en el que se disponía que el Gobierno realizara la ejecución de los trabajos a través de un canal derivado del río Lozoya, que llevaría el nombre de Canal de Isabel II en honor a la soberana, verdadera promotora del proyecto.

Para financiar esta obra se pidió ayuda a los ciudadanos con una aportación de dinero que sería después devuelta según el dinero aportado.

Obreros penados construyendo la Presa del Pontón de la Oliva. 1856. 
Obra del Canal de Isabel II. Charles Clifford


La primera piedra de las obras en la presa de captación, denominada «Pontón de la Oliva», fue colocada el 11 de agosto de1851 por Francisco de Asís de Borbón, el Rey Consorte.
El equipo de ingenieros estaba encabezado por: José García Otero en principio y después por Lucio del Valle.
Lucio del valle fue el que propuso la utilización de presidiarios para la construcción del canal ya que la mano de obra especializada era escasa.
Los presos que trabajaban en la obra del canal podrían llegar a los dos mil y muchos de ellos eran Carlistas.

Después de siete largos años se consigue que el agua llegue a Madrid  y el 24 de junio de 1858, tuvo lugar la inauguración oficial en la calle ancha de San Bernardo.


Se tardo siete años en su construcción pero Madrid contaba con uno de los mejores abastecimientos del mundo. Solamente Nueva York se igualaba con una obra comparable a la de Madrid.
El ingeniero Lucio del Valle da la orden de abrir la compuerta de la Casa-Partidor. Esta apertura fue acompañada de vivas a la Reina y salvas de artillería junto al replicar de las campanas mientras el primer depósito se llenaba.

Con la inauguración de este evento se acuñaron medallas para que siempre fuese recordado.

Madrid. Traída de las aguas del Lozoya a Madrid.

 

Anverso: Bustos acodados de la reina y su esposo. ISABEL II REINA DE LAS ESPAÑAS · EL REY DON FRANCISCO DE ASÍS MARÍA·. Efigie de busto de la Reina Isabel II, con su marido Francisco de Asís, de perfil, mirando a la derecha. En el exergo: BOUVET F.



Reverso: Leyenda: TUBO en vez de TUVO.
En el reinado de S.M. Doña Isabel II y por su real disposición, se trajeron a Madrid las    aguas del Lozolla. La inauguración “tubo” lugar el 24 de junio de 1858, en presencia: de S.M. la reina, de S.M. el rey don Francisco de Asís María de Borbón, de S.A.R. el príncipe Don Alfonso y de S.A.R la Infanta Doña Isabel.

Año:1858
Diametro: 26 mm.
Peso: 10,6 gramos.
En canto: Cuivre.
Grabador: Luis-Charles Bouvet. Fue un destacado grabador frances en el periodo de Isabel II. 





http://cartagenaantigua.wordpress.com/tag/paula-oliver/ http://marcopolito56.wordpress.com/historia/las-fuentes-de-madrid-2/
http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=17

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